En un giro sorprendente de la política exterior estadounidense, Steven Witkoff, un millonario del sector inmobiliario y amigo cercano de Donald Trump, ha emergido como una figura clave en los escenarios internacionales más complejos del momento. Desde las negociaciones de alto el fuego en Gaza hasta conversaciones con Vladimir Putin sobre la guerra en Ucrania, Witkoff ha sido designado como enviado presidencial especial para Oriente Medio y, de facto, como uno de los principales operadores diplomáticos del actual gobierno.
De los rascacielos a la diplomacia de alto riesgo
Nacido en el Bronx en 1957, Steven Witkoff se formó como abogado y más tarde fundó su propia compañía, The Witkoff Group, especializada en proyectos residenciales y hoteleros de alto nivel en ciudades como Nueva York, Miami y Las Vegas. Gracias a su visión empresarial y capacidad de negociación, amasó una considerable fortuna, convirtiéndose en un actor destacado del real estate estadounidense.
Su relación con Donald Trump se remonta a los años 80, cuando trabajaba como asesor legal en una firma que gestionó operaciones para el entonces magnate. En un curioso episodio que él mismo relató en un juicio civil contra Trump, ambos coincidieron en una tienda de delicatessen en Manhattan en 1986. Al ver que Trump había olvidado su billetera, Witkoff le pagó un sándwich de jamón y queso. Aquel pequeño gesto, según ambos, fue el inicio de una amistad duradera.
Desde entonces, han compartido campos de golf, inversiones inmobiliarias y estrategias políticas. Witkoff ha sido un donante activo en las campañas de Trump, participó en la Convención Nacional Republicana de 2024, y formó parte del comité inaugural tras su reelección. Hoy, su lealtad ha sido recompensada con una posición de inmensa relevancia internacional.
Un rol que desafía las normas tradicionales
Tras la victoria de Trump en noviembre de 2024, Witkoff fue designado como enviado presidencial especial para Oriente Medio, un puesto normalmente reservado a diplomáticos de carrera o figuras con vasta experiencia en política internacional. Sin embargo, la elección de Trump respondió a una lógica distinta: la confianza personal, la capacidad de actuar con rapidez y, sobre todo, la afinidad ideológica.
Witkoff se estrenó en el cargo incluso antes de la investidura presidencial. En diciembre de 2024, comenzó a coordinar una compleja negociación entre Israel y Hamás, que derivó en una tregua temporal y la liberación de 33 rehenes israelíes a cambio de unos 2.000 prisioneros palestinos. Su propuesta, conocida como la “propuesta Witkoff”, ha sido reconocida incluso por el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu como una hoja de ruta viable para avanzar hacia un alto el fuego más duradero.
También ha jugado un papel crucial en las conversaciones con los gobiernos de Qatar, Egipto y Arabia Saudita, utilizando su perfil más empresarial que diplomático para destrabar impasses y acelerar acuerdos.
Diplomacia con Rusia y el factor Putin
Uno de los movimientos más controvertidos de Witkoff ha sido su implicación directa en las negociaciones con Rusia, en el marco de la guerra en Ucrania. En febrero de 2025, viajó a Moscú para reunirse con el presidente Vladimir Putin, convirtiéndose en el primer funcionario estadounidense de alto nivel en hacerlo desde el inicio de la invasión a gran escala en 2022.
El resultado de ese encuentro fue inmediato: un intercambio de prisioneros entre Washington y Moscú, que permitió la liberación del ciudadano estadounidense Marc Fogel, detenido en Rusia por posesión de marihuana medicinal, a cambio del experto ruso en criptomonedas Alexander Vinnik, reclamado por la justicia de EE. UU.
Desde entonces, Witkoff ha sostenido al menos tres reuniones adicionales con Putin y ha recibido delegaciones rusas en Washington y Riad, intentando construir un canal diplomático paralelo al tradicional. En estas gestiones ha contado con el respaldo de figuras clave del gabinete, como el secretario de Estado Marco Rubio, y del propio vicepresidente J.D. Vance.
Críticas y controversias
La figura de Steven Witkoff, sin embargo, no ha estado exenta de controversias. Aunque sectores afines a Trump lo presentan como un negociador eficaz, capaz de obtener resultados concretos donde otros fracasaron, muchas voces dentro y fuera del gobierno expresan preocupación por su falta de experiencia institucional y su aparente simpatía hacia posturas del Kremlin.
En una entrevista con el comentarista Tucker Carlson, Witkoff se refirió a los “rusohablantes del este de Ucrania” que “votaron en referendos” organizados por Moscú, declaraciones que fueron interpretadas por Kyiv como una legitimación indirecta de la ocupación rusa. Este tipo de declaraciones, sumadas a su estilo poco ortodoxo, generan tensiones con aliados de EE. UU. y sectores del Departamento de Estado.
A pesar de ello, figuras como Vance han defendido su gestión afirmando que “la diplomacia consiste en no ser un idiota, y Steve lo entiende mejor que muchos burócratas”. Para la Casa Blanca, su valor no reside en seguir los protocolos tradicionales, sino en ejecutar rápidamente la voluntad política del presidente y abrir canales de diálogo impensables bajo una administración convencional.
Un negociador marcado por lo personal
Witkoff ha compartido en varias ocasiones que su visión del mundo y su compromiso con las negociaciones humanitarias están profundamente marcados por la muerte de su hijo Andrew, víctima de una sobredosis de opioides en 2011. En un emotivo encuentro con familiares de rehenes israelíes en abril de 2025, explicó que su experiencia personal le permite entender el dolor de las familias que buscan recuperar a sus seres queridos, incluso si ya no están con vida.
Esa dimensión humana ha reforzado su perfil como un negociador emocionalmente involucrado, algo poco común en la diplomacia formal pero que ha resonado en muchas de sus interlocuciones en Medio Oriente.
Una señal del nuevo rumbo de EE. UU.
El ascenso de Steven Witkoff representa más que una historia personal de éxito. Simboliza la transformación de la diplomacia estadounidense bajo el liderazgo de Trump, donde la cercanía personal al presidente y la lealtad política pesan más que los años de servicio o la experiencia diplomática. Para sus defensores, esto ha permitido romper inercias, actuar con rapidez y lograr avances donde otros sólo ofrecían palabras. Para sus detractores, implica un grave debilitamiento institucional y una externalización riesgosa de la política exterior.
Lo cierto es que Witkoff se ha convertido, con su estilo directo, su historia de vida y su cercanía al poder, en uno de los hombres más influyentes del mundo actual, y su papel en los conflictos de Oriente Medio y Europa del Este podría marcar el rumbo de la geopolítica en los próximos años.
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