"14.000 bebés morirán en 48 horas", advierte la ONU, en medio de una de las crisis humanitarias más graves del conflicto en Gaza. La reciente operación militar lanzada por Israel ha provocado la respuesta más dura hasta ahora por parte de sus aliados históricos: Reino Unido, Francia y Canadá.
Tras más de 50.000 muertos —en su mayoría mujeres y niños—, un bloqueo que ya supera los dos meses y la destrucción masiva de infraestructura civil, la paciencia internacional parece haberse agotado. Las tres naciones han advertido que podrían tomar represalias si Israel continúa con su actual ofensiva.
La semana pasada, Israel intensificó los bombardeos aéreos sobre Gaza, atacando infraestructuras, hospitales, escuelas y edificios residenciales. La ofensiva terrestre, lanzada simultáneamente desde el norte y sur de la Franja, tiene como objetivo, según el propio gobierno israelí, tomar control permanente de territorio palestino.
El primer ministro Benjamin Netanyahu declaró en un vídeo publicado el lunes: “Estamos librando combates a gran escala. Vamos a tomar el control de todas las zonas de la Franja”. La operación, denominada "Carros de Gedeón", busca además destruir a Hamás y rescatar a los 58 rehenes aún en poder del grupo, de los cuales solo 23 se cree que siguen con vida.
Netanyahu también reconoció que una de las consecuencias esperadas de esta ofensiva es el desplazamiento forzado de los gazatíes: “Estamos destruyendo cada vez más hogares. No tendrán a dónde volver. El único resultado será su deseo de emigrar”, afirmó ante el Comité de Asuntos Exteriores y Defensa.
En un comunicado conjunto, Francia, Canadá y Reino Unido calificaron la ofensiva de “totalmente desproporcionada” y exigieron un alto el fuego inmediato, calificando el nivel de sufrimiento en Gaza como “intolerable”. Aunque no detallaron las posibles represalias, fuentes diplomáticas indican un creciente malestar con la actitud del gobierno israelí, al que acusan de actuar con impunidad.
La situación sobre el terreno es dramática. La ayuda humanitaria está prácticamente bloqueada desde el colapso del último alto el fuego. Este lunes, solo cinco camiones fueron autorizados a entrar, frente a los 500 que lo hacían diariamente antes del conflicto. Para la ONU, esta cantidad es “una gota en el océano”.
Tom Fletcher, secretario general para Asuntos Humanitarios de la ONU, advirtió que 14.000 bebés podrían morir en las próximas 48 horas si no se permite el ingreso urgente de alimentos, medicinas y productos básicos. Actualmente, más de 100 camiones con ayuda vital esperan autorización para entrar en la Franja.
Netanyahu, quien enfrenta una orden de detención por presuntos crímenes de guerra emitida por la Corte Penal Internacional —la cual ha tachado de “antisemita”—, admitió que la decisión de permitir un “mínimo puente humanitario” responde a la presión de sus aliados. Aun así, sectores de su gobierno rechazan cualquier concesión, alegando que la ayuda alimenta a Hamás.
En paralelo, aumentan las críticas internas en Israel. Organizaciones y ciudadanos han alzado la voz contra la estrategia militar. “Mis impuestos financian una guerra que mata a miles de niños. Esto es un genocidio. Y no puedo decirlo en Israel”, denunció Yael Noy, directora de la ONG Road to Recovery.
Incluso desde la oposición se han emitido duras declaraciones. El exmilitar y diputado Yair Golan sentenció: “Un país sensato no combate contra civiles, no mata bebés como pasatiempo ni busca expulsar a una población”.
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