En Holanda, un campamento cristiano vivió recientemente un emotivo culto de bautismo, en el que varias personas entregaron su vida a Jesús. Entre ellas, Chris, un joven en silla de ruedas, conmovió a todos al ser bautizado con la ayuda de dos amigos, demostrando que no existen barreras para seguir a Cristo.
El evento reunió a creyentes de diferentes edades y denominaciones, quienes se congregaron alrededor de una piscina, adorando y presenciando lo que muchos describieron como “momentos transformadores”. A pesar de la discapacidad motriz de Chris, sus amigos lo cargaron, lo sumergieron en las aguas y realizaron su bautismo. “Nada puede impedir el deseo de servir a Jesús”, expresó uno de los testigos.
Durante la ceremonia, uno de los jóvenes declaró: “Mediante tu pública profesión de fe, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
Al salir del agua, Chris compartió su testimonio: “Es una nueva vida”. Su decisión fue celebrada tanto en redes sociales como por el ministerio que acompañó el evento. “Este joven mostró que la rendición supera cualquier imposibilidad. Solo un corazón dispuesto y Jesús hacen el resto”, afirmaron.
Una cristiana participante añadió: “Tuvieron que dejar la antigua vida en las aguas y levantarse para algo nuevo con Cristo. Después de eso, también fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron una nueva vida con Él. Estamos agradecidos de ser parte de esto y de poder anunciar quién es Jesús. Dios es bueno”.
La iglesia recordó la historia bíblica de Marcos 2:3-12, donde un paralítico es llevado por sus amigos hasta Jesús atravesando el techo de una casa, destacando la importancia de la fe y la comunidad.
Este testimonio evidencia cómo el amor y la fe superan cualquier obstáculo físico o social. Cuando la comunidad se une en servicio y compasión, el Evangelio se hace visible, trascendiendo las limitaciones humanas y edificando vidas con esperanza renovada. Ninguna dificultad, discapacidad o barrera puede detener la obra de Dios en quienes están dispuestos a seguirlo. Cada bautismo y cada acto de apoyo comunitario reflejan la fuerza transformadora de Cristo que restaura y da nueva vida.
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