En un controvertido movimiento que intensifica las tensiones en Sudamérica, el gobierno de Venezuela eligió por primera vez un gobernador para el Esequibo, un territorio de 160.000 km² bajo control de Guyana pero reclamado históricamente por Caracas. La designación se produjo tras las elecciones regionales del 25 de mayo, en las que Neil Villamizar, candidato del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), fue proclamado como máxima autoridad del recién creado estado número 24 del país.
El presidente Nicolás Maduro, que ha convertido la reclamación del Esequibo en un eje de su discurso nacionalista, celebró la elección como un avance en la defensa de la soberanía venezolana. Sin embargo, la decisión se tomó pese a una medida cautelar emitida por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), que había ordenado a Venezuela abstenerse de realizar acciones unilaterales sobre el territorio en disputa.
La respuesta de Guyana no se hizo esperar. Su presidente, Irfaan Ali, calificó el acto como una violación directa a la soberanía de su país, mientras que su jefe de Defensa advirtió que cualquier residente que participe en estos procesos podría enfrentar cargos de traición. El gobierno guyanés ha denunciado además incidentes fronterizos recientes que elevan el nivel de alerta regional.
La elección del gobernador se llevó a cabo en el municipio Sifontes del estado Bolívar, en una circunscripción electoral creada especialmente para este fin. Aunque Caracas no ejerce control sobre el Esequibo, el oficialismo presentó el proceso como parte de un plan para “recuperar” el territorio, que ha cobrado relevancia estratégica desde el descubrimiento de importantes reservas petroleras en la zona.
La comunidad internacional observa con atención este nuevo episodio del histórico litigio, en medio de advertencias sobre la posible escalada del conflicto. Mientras tanto, analistas coinciden en que el impacto de esta elección es mayor en el terreno político y simbólico que en lo territorial o legal.
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