En un acto de extraordinaria valentía, una cristiana de 92 años en Irán ha encontrado una forma ingeniosa y efectiva para compartir el Evangelio en uno de los países más hostiles al cristianismo. A pesar de que la conversión al cristianismo es un delito severamente castigado y las iglesias evangélicas están prohibidas bajo la ley islámica iraní, esta mujer ha decidido llevar la Palabra de Dios a sus compatriotas de una manera única.
Viajando regularmente en autobús, la anciana se sienta junto a desconocidos y, con la excusa de que su vista ya no le permite leer letras pequeñas, pide a sus compañeros de viaje que le ayuden leyendo un libro. Lo que muchos no se dan cuenta al principio es que el "libro" que les entrega es en realidad un ejemplar del Nuevo Testamento.
Después de que estos pasajeros leen pasajes bíblicos, la mujer les regala el libro, dejando en sus manos las palabras de esperanza y fe del Evangelio. Esta estrategia sencilla pero valiente ha permitido que muchos musulmanes, a menudo por primera vez, escuchen el mensaje de Jesús en un país donde esto podría costarle la libertad o incluso la vida.
El ejemplo de esta mujer no solo desafía a otros cristianos a valorar su libertad religiosa, sino que también sirve como un recordatorio del poder transformador del Evangelio, capaz de abrir puertas incluso en los lugares más oscuros y hostiles.
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