La posibilidad de un conflicto abierto entre Irán e Israel ha sido una preocupación constante desde el ataque sorpresa del grupo palestino Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023.
Esa amenaza se concretó el pasado 13 de junio, cuando Israel lanzó una ofensiva sorpresiva sobre instalaciones nucleares iraníes, eliminando a altos mandos militares y científicos nucleares clave. Teherán respondió con misiles, pero su capacidad ofensiva y defensiva resultó seriamente afectada. Esto abrió paso a una nueva ofensiva, esta vez por parte de Estados Unidos, que bombardeó plantas nucleares iraníes con armamento de precisión capaz, según informes no confirmados, de inutilizar los complejos nucleares.
Esta escalada solo fue posible debido al creciente aislamiento de Irán en la arena internacional. La reciente neutralización de Hamás en Gaza y el debilitamiento de Hezbolá en Líbano dejaron a Teherán sin herramientas efectivas de represalia. Además, la caída del gobierno de Bashar al Asad en Siria, su único aliado estatal sólido en la región, agravó su vulnerabilidad.
Según Thomas Juneau, profesor en la Universidad de Ottawa, Irán mantiene relaciones con muy pocos Estados, y esas alianzas son limitadas. Mansour Farhang, académico del Bennington College en EE.UU., lo califica como uno de los países “más aislados del mundo”.
Este aislamiento, denominado por los expertos “soledad estratégica”, tiene raíces históricas, étnicas, religiosas y geopolíticas. Irán es el único Estado persa en una región dominada por árabes, y su mayoría chiita contrasta con la predominancia sunita del mundo musulmán. Además, sus vecinos son potencias regionales con ambiciones propias: Turquía, Arabia Saudita, Irak, e incluso Rusia.
A nivel institucional, Irán carece de pertenencia a alianzas estratégicas. Turquía es miembro de la OTAN; Arabia Saudita participa en la Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo. Irán, en cambio, permanece aislado, sin estructuras de defensa o cooperación regional.
La revolución islámica de 1979 marcó un punto de inflexión: Irán adoptó una postura de rechazo al orden liderado por Estados Unidos y a la existencia del Estado de Israel. Para Farhang, esta estrategia fue menos ideológica y más oportunista, orientada a ganar popularidad en el mundo árabe. Sin embargo, sus intentos por exportar la revolución provocaron conflictos como la devastadora guerra con Irak, y rompieron relaciones con países como Egipto.
A falta de aliados estatales, Irán construyó una red de actores no estatales –Hamás, Hezbolá, los hutíes, milicias chiitas en Irak y Afganistán– conocida como el “eje de la resistencia”. Hoy, esa red está fragmentada y debilitada, especialmente tras la ofensiva israelí.
Aunque Irán mantiene relaciones diplomáticas con más de 160 países, sus apoyos reales son escasos. En Irak y Líbano, su influencia opera a través de milicias y partidos chiitas, más que por canales oficiales. Rusia ha estrechado lazos militares con Teherán, particularmente desde la guerra en Ucrania, pero aún no se ha comprometido con apoyo tangible. China, por su parte, sigue siendo un socio económico clave, pero mantiene una postura pragmática y distante en el plano político y militar.
En resumen, Irán enfrenta su momento más delicado en décadas, con su capacidad de respuesta disminuida y sin aliados sólidos que respalden sus posiciones estratégicas en un escenario cada vez más complejo.
"Los aliados limitados de Irán: la conexión con Corea del Norte y América Latina"
Corea del Norte e Irán comparten una relación histórica que se remonta a la década de 1980, cuando intercambiaban armas por petróleo durante la guerra entre Irán e Irak. En ese entonces, Pyongyang suministraba armamento y misiles, mientras que Teherán respondía con petróleo y fertilizantes.
Expertos sostienen que el misil iraní de medio alcance Shahab-3 es una adaptación del misil norcoreano No Dong 1, adquirido por Irán en la década de 1990. Aunque este vínculo se ha mantenido hasta el presente, enfrenta importantes limitaciones debido a las severas sanciones internacionales impuestas a ambos países.
“Irán y Corea del Norte han colaborado durante años en cuestiones como la evasión de sanciones y la producción de armas, pero Corea del Norte es un Estado muy pobre con un papel reducido en Medio Oriente, por lo que los beneficios para Irán son limitados”, señala Thomas Juneau.
En América Latina, la Venezuela de Nicolás Maduro se ha consolidado como el principal aliado de Irán. Aunque la relación con Cuba tiene raíces más antiguas, surgidas en el contexto del Movimiento de Países No Alineados, los vínculos más estrechos se han forjado recientemente, gracias a una alianza estratégica con Venezuela y sus socios del ALBA: Cuba, Nicaragua y Bolivia.
Estos países comparten con Irán un profundo rechazo hacia Estados Unidos, y suelen coordinar posiciones en foros internacionales como muestra de apoyo mutuo. Sin embargo, el alcance práctico de esta alianza es modesto.
“El apoyo que brindan es simbólico, pero no va más allá. A los líderes iraníes y de estos países les encanta reunirse y ofrecer conferencias de prensa en las que critican a EE.UU. y declaran su oposición al colonialismo, al imperialismo, etc. Pero en términos reales, desde una perspectiva militar y de seguridad, ¿pueden ayudar a Irán en su actual lucha contra Israel y los Estados Unidos?”, cuestiona Juneau.
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