Trump y la Diplomacia Frenética: Una Semana que Redefinió el Juego Global

Trump y la Diplomacia Frenética: Una Semana que Redefinió el Juego Global

 


La reciente semana de intensas negociaciones lideradas por Donald Trump ofrece una visión reveladora de su enfoque en política exterior. Aunque su lema "América Primero" parecía sugerir un enfoque aislacionista, su agenda reciente ha mostrado una sorprendente disposición para involucrarse en conflictos internacionales, aunque bajo una lógica más transaccional que moral.




Desde levantar sanciones a Siria hasta presionar por negociaciones entre Ucrania y Rusia, Trump ha movido rápidamente las piezas en el tablero global. En Medio Oriente, firmó acuerdos comerciales multimillonarios en Arabia Saudita y promovió un enfoque basado en el comercio, no en la intervención militar, marcando un claro contraste con administraciones previas.




Sin embargo, esta política, centrada en el mercantilismo y el pragmatismo, ha mostrado límites claros. En Ucrania, su estrategia ha sido errática, aceptando conversaciones directas con Putin un día y retrocediendo al siguiente, generando confusión entre aliados. Del mismo modo, su enfoque en Irán y Yemen parece alejarse de las expectativas de sus socios israelíes, aumentando la incertidumbre en una región ya volátil.



En definitiva, esta semana ha dejado claro que, para Trump, la política exterior es una serie de transacciones rápidas, donde los resultados económicos priman sobre las alianzas estratégicas y los compromisos a largo plazo.



Capitalismo para superar conflictos

Entonces, después de esta semana de agitación diplomática, ¿cuántas cosas han cambiado realmente? Quizá menos de lo que podría parecer.

Pese a la notoriedad del recorrido de Trump por Medio Oriente, los combates y la crisis humanitaria en Gaza siguen sin resolverse. Una nueva ofensiva israelí parece inminente. Uno de los principales objetivos de Trump, la normalización de relaciones entre Israel y Arabia Saudita, sigue siendo lejano.

A pesar de todas las conversaciones sobre el fin de la guerra en Ucrania, no hay mayores probabilidades de que cesen los combates. Las ambiciones de Putin parecen intactas. Y, pese a los acuerdos para reducir aranceles estadounidenses, ya sea con el Reino Unido o con China, la inestabilidad en los mercados globales sigue siendo enorme.

Sí tenemos ahora una idea más clara de la ideología global de Trump: no es aislacionista, sino mercantilista, con la esperanza -quizás optimista- de que el capitalismo pueda superar los conflictos. También tenemos una visión más nítida de su prisa, de su deseo de despejar el tablero diplomático -en Medio Oriente, Ucrania y el subcontinente- para poder centrarse en su principal preocupación: China.

Pero esa puede resultar una ambición esquiva. Si hay semanas en las que pasan décadas, también hay semanas en las que no pasa nada.



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