Hernández, originario de Capacho Nuevo, Venezuela, llegó a Estados Unidos en busca de asilo, argumentando persecución política y discriminación por su orientación sexual. Sin embargo, un tatuaje con dos coronas en sus muñecas, símbolo de homenaje a sus padres, fue interpretado por las autoridades como una posible señal de afiliación al Tren de Aragua, una organización criminal venezolana.
El joven fue detenido tras presentarse a una cita migratoria en San Ysidro, California, donde un funcionario de la empresa CoreCivic, contratada para administrar el centro de detención, utilizó un cuestionario de "validación de miembros de pandillas" para evaluar su caso. Según documentos a los que tuvo acceso BBC Mundo, Hernández acumuló cinco puntos por sus tatuajes, acercándose al umbral que las autoridades consideran para identificar a un miembro confirmado de pandillas.
Los familiares y amigos de Hernández en Venezuela han defendido su inocencia, describiéndolo como un maquillador, actor y diseñador de vestuario que ha participado en festividades religiosas locales, como los "Reyes Magos de Capacho", cuyo símbolo es precisamente una corona dorada.
El caso ha provocado indignación, con manifestaciones pacíficas en su pueblo natal y llamados de congresistas estadounidenses para que se ofrezcan pruebas de vida de los deportados. Hasta la fecha, no se ha tenido contacto directo con Hernández desde su deportación, y su familia sigue esperando noticias.







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