Tres predicadores callejeros — John Thomas, Ollie Sabatelli y Jesse Samuel Ngoma — fueron detenidos por la policía en Brighton, Inglaterra, acusados de perturbar el orden público mientras proclamaban el Evangelio.
Durante el operativo, los oficiales confiscaron equipos de sonido y prohibieron a Ollie predicar por 48 horas, mientras que a los demás se les notificó que no podían regresar al lugar por un día.
John relató que fue esposado mientras predicaba y que los policías se burlaban, diciendo que “nadie iba a escuchar” su mensaje. Jesse fue perseguido y se le prohibió regresar, a pesar de no causar ningún disturbio, según testimonio compartido en redes sociales.
Paradójicamente, en la misma calle había bares con música alta sin intervención policial. Jesse aprovechó la ocasión para decir a los oficiales: “Jesús murió por ustedes. En la tierra pueden juzgarnos, pero hay un juez mayor, su nombre es Jesús.”
Los tres predicadores fueron liberados poco después, y John agradeció a Dios por la protección recibida y por lo que sucedió tras el incidente: “La persecución reveló el propósito,” afirmó.
El hombre que grabó la actuación policial fue testigo de todo y, conmovido por el testimonio y la perseverancia de los evangelistas, decidió entregar su vida a Cristo y solicitó bautizarse al día siguiente.
John testificó: “El enemigo intentó silenciar el Evangelio, pero Dios transformó esa situación en un testimonio. La persecución se convirtió en semilla para el bautismo en aguas. Una sola alma vale cualquier cadena.”
El incidente ha generado apoyo en redes sociales por parte de cristianos británicos y de otras naciones, quienes resaltan el valor y la fe de los evangelistas frente a la adversidad y las injusticias legales que buscan limitar la proclamación pública de la fe.
Los predicadores subrayan que no buscan confrontar, sino compartir esperanza y salvación en espacios públicos, y aseguran que seguirán predicando, confiando en que Dios abre corazones incluso en tiempos de oposición.
Este testimonio refleja la realidad de muchos creyentes en Europa que enfrentan restricciones, pero ven a Dios actuar poderosamente en medio de las dificultades, acercando personas a Jesús a través del valor y la fidelidad.
La persecución confirma que la Palabra nunca vuelve vacía y que cada acto de evangelismo, aún bajo presión, puede transformar vidas y glorificar a Dios.
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