Una mañana soleada en Roma.
El papa Francisco está sentado en el centro de un taller de arte con piso de madera y enormes ventanales.
A su alrededor, en semicírculo, diez jóvenes de diferentes países se han reunido para hablar con él sobre temas difíciles: aborto, racismo, diversidad sexual, xenofobia, pederastia y más.
Todos hablan español. “Pelota al centro, empieza el partido”, dice el Papa con su acento argentino y una sonrisa. Así arranca una intensa conversación capturada en el documental Amén: Francisco responde, estrenado en 2023.
El clímax llega cuando el español Juan Cuatrecasas toma la palabra y enfrenta al Papa sobre los abusos sexuales en la Iglesia.
Juan, entonces de 25 años, fue abusado por un numerario del Opus Dei cuando estudiaba en un colegio católico en Bilbao. Sus padres llevaron el caso a la justicia española, donde el agresor fue condenado. También enviaron una carta al papa Francisco pidiéndole que la Iglesia investigara.
El Papa respondió con una carta escrita de su puño y letra.
Pero con el paso del tiempo, el proceso canónico se estancó. Así que, ese día en Roma, Juan mostró la carta frente a las cámaras y logró reactivar la investigación.
BBC Mundo habló con Juan y sus padres sobre su historia, su lucha contra la pederastia, el haber llegado hasta el Papa, y qué ocurrió después.
Juan estudió de los 11 a los 13 años en el Colegio Gaztelueta en Bilbao, del Opus Dei. Fue ahí donde denunció los abusos sexuales por parte de su tutor, José María Martínez Sanz, un numerario.
“Me abusó repetidas veces en su despacho. Yo no entendía bien lo que pasaba, solo sabía que no era bueno, pero era un niño”, cuenta.
El trato preferencial del tutor fue notado por sus compañeros, lo que le causó acoso escolar. “Me sacaba de clase y me llevaba a su despacho. Me sentí solo. Fue muy duro”.
Pasaron tres años hasta que Juan pudo hablar. A los 15 años, tras recibir amenazas por redes sociales, confesó todo a su madre.
“Las víctimas no hablan cuando quieren, sino cuando pueden”, dice su padre. En 2011, lo denunciaron ante el colegio, que inicialmente creyó a Juan y dijo que el agresor sería enviado a Inglaterra. Incluso les pidieron que no le dijeran a Juan que fue “por su culpa”.
Ante esa respuesta, acudieron a la Fiscalía de menores, pero el proceso fue decepcionante. Luego intentaron con la Iglesia, sin éxito claro.
Años después, agotadas todas las instancias, decidieron escribir al papa Francisco. Prepararon una carta con pruebas y una foto de Juan antes y después de los abusos.
Lograron que el Papa recibiera la carta. Un mes y medio después, recibieron una respuesta escrita a mano por el mismo Francisco:
"Hoy mismo envío la documentación a la Congregación para la Doctrina de la Fe para que instruyan el juicio canónico al educador y al colegio, pero sin molestar al chico… Que Jesús los bendiga, la Virgen Santa los cuide y, por favor, recen por mí."
Tiempo después, representantes de la Congregación entrevistaron a Juan, pero el tono de la entrevista cambió: lo interrogaron sobre detalles del despacho del abusador. Luego, notificaron al colegio que cerraban la investigación "por falta de elementos", y pidieron "restablecer el buen nombre del imputado".
Para la familia fue un proceso lleno de tropiezos y falta de unidad dentro de la Iglesia.
Ante la falta de justicia, en 2015 Juan denunció al numerario ante el Tribunal Superior del País Vasco, que lo condenó a 11 años de prisión. Sin embargo, el Tribunal Supremo rebajó la pena a 2 años, y el agresor no entró en prisión al no tener antecedentes.
Martínez Sanz no reconoció los hechos. Incluso creó una web donde cuestiona las pruebas. El colegio nunca se pronunció sobre el caso.
Juan sufrió una crisis profunda, perdió cinco años de escolaridad, y tuvo intentos de suicidio. Gracias al apoyo de su familia y atención psicológica, logró rehacer su vida, estudiar Derecho y una maestría en derechos humanos.
En 2022, fue contactado por los productores del documental Amén: Francisco responde. Al principio dudó, pero luego vio la oportunidad de exponer su caso y dar visibilidad al problema de la pederastia.
Viajó a Roma con su hermano Carlos, llevando la carta del Papa. En la grabación, el Papa entró con su bastón, saludó a todos, y la conversación comenzó con temas ligeros, pero luego se tornó seria.
Juan intervino cuando el Papa habló sobre el aborto y la defensa de la vida. Lo acusó de hipocresía por cómo la Iglesia trata a las víctimas de abusos.
Con la voz temblorosa, contó su historia. El Papa le dijo:
“Expresáte como quieras, llorá si querés. Tranquilo, hijo”.
Juan le mostró la carta. El Papa, sorprendido, se puso los lentes y la leyó.
“¿Tuvieron respuesta de la Congregación?”, preguntó.
Juan le respondió que sí, pero que archivaron la causa y pidieron restituir el nombre del agresor. Luego le lanzó la pregunta directa:
“¿Por qué tomaron esa decisión? Y ahora que hay sentencia firme, ¿la Iglesia va a rectificar su postura?”
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