Mientras el mundo despide al papa Francisco en el Vaticano, las declaraciones de Mel Gibson, director de La pasión de Cristo, resuenan con fuerza. En una reciente entrevista en el pódcast The Joe Rogan Experience, Gibson lanzó severas acusaciones contra el pontífice y la alta jerarquía católica.
El actor denunció que Francisco está “rodeado de abusadores de menores” y lo señaló de encubrir a “violadores de niños”, a quienes calificó de “depredadores”. Según Gibson, bajo el actual pontificado, la Iglesia católica se ha transformado en una “Iglesia falsa”, alejada de las verdaderas enseñanzas de Cristo.
Para Gibson, lo que hoy se presenta como catolicismo es “una religión completamente distinta”, asegurando que “el Vaticano ha dejado de ser un lugar sagrado” para convertirse en “un centro de poder dominado por quienes se apartaron del camino de Cristo”.
El cineasta sostiene que la Iglesia instituida por Jesús ha desaparecido. Como ejemplo, criticó la introducción de la “pachamama” en una ceremonia vaticana, acto que calificó de “apostasía”, advirtiendo que detrás de ello “hay una intención que no puede ser buena”.
Gibson lamentó que la Iglesia haya abandonado sus principios y valores fundamentales: “Existe una lucha entre el bien y el mal por las almas humanas. La verdadera Iglesia no se halla en esta estructura falsa, sino en la fe viva de quienes aún creen sinceramente”, afirmó.
En sus declaraciones, Gibson comparó al Vaticano con Hollywood, asegurando que ambos funcionan como “refugios de pedófilos”, marcados por el encubrimiento y la corrupción, y acusó a ambas instituciones de haber perdido su esencia original..
Aunque no propuso soluciones específicas, insistió en que el único camino es volver a las enseñanzas auténticas de Cristo y a una fe genuina, independiente de cualquier estructura humana.
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Las palabras de Gibson ponen en relieve la tensión entre la fe verdadera y la religión institucionalizada. Muchos protestantes coinciden en que la verdadera Iglesia no es una institución terrenal, sino la comunidad de quienes creen de corazón en Cristo.
La Biblia enseña que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, y que la verdadera fe se vive en obediencia a la Palabra y en comunión con Dios, más allá de cualquier organización humana.
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