China condena a nueve cristianos a más de 30 años de cárcel por distribuir Biblias fuera del control estatal

China condena a nueve cristianos a más de 30 años de cárcel por distribuir Biblias fuera del control estatal

 

Nueve cristianos en la región china de Mongolia Interior han sido sentenciados a prisión y severas multas por distribuir Biblias al margen de los canales oficiales autorizados por el gobierno. Las condenas, impuestas por un tribunal local, van desde uno hasta casi cinco años de prisión para cada acusado, sumando en total 31 años de cárcel. Además, las sanciones económicas llegan hasta el millón de yuanes (aproximadamente 137.000 dólares).

El caso se remonta a abril de 2021, cuando diez miembros de una iglesia no registrada fueron detenidos por vender ejemplares de la Biblia que, aunque impresos legalmente, eran distribuidos por fuera de los cauces estatales. Las autoridades los acusaron de “operaciones comerciales ilegales”, pese a que los implicados alegaron que su único propósito era evangelístico, sin fines de lucro.

Entre los sentenciados, Wang Honglan recibió la pena más dura: cuatro años y diez meses de prisión, además de la multa más elevada. Otros, como Wang Jiale y Liu Minna, también enfrentan penas superiores a los cuatro años. Varios de los procesados ya habían cumplido parte de sus condenas bajo detención preventiva.

Durante el proceso judicial, los acusados explicaron que adquirían las Biblias casi al precio de portada y las ofrecían por debajo de ese costo, asumiendo pérdidas económicas con tal de facilitar el acceso a la Palabra de Dios. Declararon que su motivación era espiritual, no comercial.

Las autoridades chinas defendieron las sentencias argumentando que toda distribución de material religioso fuera de los organismos aprobados por el Estado es ilegal. Los condenados habían rechazado unirse al Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías, la iglesia oficial bajo control gubernamental.

Diversas organizaciones internacionales que promueven la libertad religiosa han denunciado el caso como un nuevo indicio del creciente endurecimiento del régimen chino contra la fe cristiana. También alertan que las recientes normativas implementadas desde mayo refuerzan el control sobre la predicación y la distribución de literatura religiosa.

El caso pone en relieve el alto precio que muchos creyentes pagan por vivir y compartir su fe en contextos hostiles. Como enseñó Jesús: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”. La obediencia a Dios, incluso bajo presión o persecución, continúa siendo un acto de fidelidad que la iglesia está llamada a sostener en oración y solidaridad.


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